Soy hiperquinético, siempre tengo que estar haciendo algo, fue así como desde muy niño hacía toda clase de deportes lo que me conformó un cuerpo atlético; de tan solo 1,64 metros que alcancé en mi vida adulta, jamás he tenido la necesidad de querer ser más alto, porque he hecho todo lo que he querido hacer.
Desde siempre me gustó y me gusta aprender de todo y fue así como aprendí electricidad y a reparar toda clase de aparatos, estufas, televisores, etc.
Una amiga de mi mamá, casada con un amigo de mi padre, con una cara divina y un cuerpo digno de una Miss Universo, cuando cumplí los 18 años y ella tenía para ese entonces 33, cuando nadábamos en la piscina de un club social, siempre que yo pasaba nadando cerca de ella, buscaba la forma de rozar mi cuerpo, con sus hermosas piernas, o a veces, se hacía la disimulada y me permitía pasarle rozando sus lindas nalgas; lo cual obviamente me arrechaba infinítamene, pero me daba miedo comentárselo a ella, porque pensaba en que bien podía ser accidental y que si se lo comentaba iba a perder esa linda oportunidad de estar cerca de ella.
El martes despues de un Domingo en el club, fue a visitar a mi madre (creo que sabía que no se encontraba en la casa) yo estaba solo, cuando le abrí la puerta, me di cuenta que venía con un vestido espectacular, se le veían sus tetas divinas, su cintura bien tallada y sus piernas; la falda era cortica y tenía unas bragas negras que resaltaban la belleza de sus piernas; le dije que mi mamá no estaba y ella me dijo que la iba a esperar un momento en la sala, así que la hice seguir y se sentó al frente mío, me miraba con sus ojotes azules y cruzaba sus piernas dejándome siempre ver sus calzones blancos y arrechándome al máximo.
Como a la hora se despidió, se agachó lo suficiente para que yo le pudiera admirar sus preciosas tetas, me dió un beso tocando el borde de mis labios y se marchó.
A los dos días me llamó por teléfono y me preguntó si conocía a algún electricista porque tenía un problema con los bombillos del patio de su casa, que parecía que se les había dañado la conexió o alguno de los cables, (obviamente ella sabía que yo era bueno en esos asuntos) por eso le dije que en la tarde pasaría con mis herramientas a arreglarle ese daño.
A las tres de la tarde toqué su puerta; se demoró como cinco minutos en abrirme; cuando lo hizo me dijo que estaba en la ducha y salió envuelta en una toalla; al abrirme la puerta hizo un movimiento y la toalla se cayó al piso dejándola completamente desnuda frente a mis ojos; era divina, perfecta; una hembra soñada, pude mirar rápidamente su cuquita, sus nalgas, toda ella era una preciosidad.
Cogió rápidamente la toalla y me dió disculpas por ese incidente, pero para mi, había sido bien planeado por ella, mi mente estaba engolosinada pensando en tener para mi esa hembra espectacular, sin embargo tenía que seguir con la comedia; le comenté que donde era el daño y me dispuse a arreglarlo, le pregunté si tenía una escalera y ella me dijo que la guardaba en el closet de su cuarto y fuimos a buscarla.
Llegamos a su cuarto y me señaló la puerta del closet, la abrí y saqué la escalera; cuando me di la vuelta; ella se había acostado en su cama totalmente desnuda; con sus piernas bien abiertas mostrándome su rajita rosada y con su triángulo de pelitos, me dijo que yo le gustaba como amante, y que todo lo que había pasado en el club era planeado por ella, porque quería que mi cuerpo le perteneciera; me quedé de una pieza, no sabía que hacer, porque hacía un mes había sentido mi cambio a hombre, tuve un sueño erótico y amanecí con los pantalones de la piyama, mojados en la zona de mi pene.
Ella me tranquilizó, me dijo que me subiera encima de ella, me cogió por las orejas, suavemente y me inclinó mi cabeza hacia su vulva, me dijo que la oliera y que sintiera su sexo, después me dijo que la lamiera como si estuviera lamiendo un helado delicioso, y que le mordiera con mucho cuidado sus labios mayores y menores; hicimos un 69, y ella me mamaba mi verga, que estaba a reventar pero me cogía mis testículos y así evitaba que me derramara.
Me dijo que me acostara encima para besarla en la boca y cogió mi pene y lo puso en la entrada de su panochita, solo hice un movimiento y entró deslizándose fácil por la cantidad de jugos sexuales que la lubricaban, se movía como una loca, yo entraba y salía de su panochita, me mojaba mis dedos y los olía, era decilioso su aroma sexual, depronto sentí que el mundo se volteaba y me derramé con toda la intencidad que en ese momento pude; así perdí mi virginidad y con el tiempo la amiga de mi madre me enseñó como hacer feliz a todas las mujeres, fui su amante durante casi dos años y la bendigo cada instante de mi vida porque me enseñó a ser hombre y a gozar infinítamente de las mujeres, que son seres divinos, en todas sus razas y tipos.
En otro relato les contaré otras lindas experiencias con mi profesora de sexo, como la llamaré hasta que me muera; ella sabe que la amé con todo mi ser y qué le agradeceré siempre sus enseñanzas.
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