El sábado nos levantamos tarde y nuestros amigos se fueron inmediatamente después de tomar un café diciendo que esperaban poder repetir incluyendo a mi mujer.
El resto del fin de semana lo pasé, como puede imaginarse, follando con Marga y así llegó el Martes, día en que llegaba mi mujer para quedarse durante el tiempo que yo estuviese en Madrid. Mi prima insistió en que nos quedásemos en su casa y así lo hicimos, los primeros días transcurrieron con normalidad, pero después mi mujer empezó a mostrar pequeños cambios en el terreno sexual. Primero fue la ropa interior sexy, luego el vello púbico recortado dejando al descubierto su vagina, luego un mayor interés por los juegos eróticos previos llegando al punto de hacerme mamadas hasta que me corría sobre sus pechos, supuse que todo ello se debía a conversaciones con Marga, así que aprovechando un momento en que Teresa había salido de compras le di las gracias. Ella tranquilamente se giró colocándose de espaldas a mí, levantó su falda hasta la cintura, se quitó las bragas y dijo «Págame el favor», lamí su almeja y su culo e incorporándome me dispuse a follarla, ella agarró mi nabo y lo apoyó en la entrada de su ano diciéndome que la enculase, cosa que hice con gran placer, cuando tuvo su orgasmo se arrodilló ante mí y chupó mi polla hasta tragarse la última gota de semen que de ella brotó. Arregló sus ropas y con una sonrisa me preguntó que si por la tarde podría salir del trabajo una hora antes, dije que si y ella añadió que no hiciese ruido cuando llegase.
Pasé toda la tarde intrigado y distraído hasta que a las cinco y media, salí de la empresa, al llegar abrí la puerta de casa con cuidado y entré, al momento escuché gemidos que venían de la habitación de Marga, me acerqué hasta la puerta entreabierta y miré dentro, me quedé de piedra, Marga estaba tumbada en la cama totalmente desnuda y con las piernas muy abiertas para que Teresa vestida con un corsé negro y medias de liguero pudiese comer la almeja de mi prima, a la vez que introducía un consolador en la suya. Al rato cambiaron de postura para iniciar un frenético 69 que las llevó a ambas al orgasmo. Marga sacó entonces de un cajón un consolador con correas que ciñó a la cintura de mi mujer, luego se arrodilló para chupar aquel falo de látex y finalmente se tumbó en la cama para que Teresa la follase, no aguanté más así que me desnudé fuera de la habitación y entré sin hacer ruido, mi mujer estaba de espaldas de modo que no se enteró hasta que la punta de mi glande rozó sus nalgas, al verme empezó a dar mil excusas, le dije que callase y siguiese jodiendo a Marga, mientras la metía dos dedos en su coño. Estaba empapado así que se la metí de un solo empujón y empecé a bombear, las chicas llegaron a su segundo orgasmo mientras sus lenguas se fundían, inexplicablemente no me había corrido aún, cosa que Marga pensaba usar para completar sus lecciones a mi esposa, el consolador cambió de cintura y Teresa estaba a cuatro patas en un momento, entonces mi prima empezó a lamerle el ano soltando abundante saliva, luego le metió un dedo y después otro, mientras la chupaba el clítoris. Mi mujer bufaba como un animal. Sin dejar de comerse el coño de Teresa, mi prima me hizo una seña, me acerqué y colocó mi nabo en el culo de mi mujer, ella empezó a protestar, Marga le propinó un azote diciendo «Ahora te va a encular, así que procura pasarlo bien». Fui empujando lentamente y en un par de minutos mi rabo estaba dentro de aquel culo que tanto deseaba, llevaba un rato en la tarea y Teresa ya gemía de placer, cuando Marga se introdujo bajo su cuerpo diciéndole «Ahora ya te gusta ¿Verdad zorra?, pues a ver que te parece esto» y de un golpe le metió el consolador hasta el fondo de su chocho, Teresa empezó a pedir más y al momento alcanzaba un orgasmo que, a juzgar por su reacción, debió ser impresionante.
Giraron sobre sí mismas quedando Marga encima, aun con el consolador perforando a mi esposa, metí el nabo en la boca de mi prima que empezó a mamar hasta que mi leche se derramó en el interior de su boca, con sus dedos abrió la boca de Teresa y lentamente fue dejando caer el semen de su boca a la de mi mujer, que lo tragó ávidamente. Nos fuimos juntos al cuarto de baño para ducharnos, abrí la tapa del inodoro para orinar cuando Marga me dijo que esperase, se tendió en la bañera y me pidió que orinase sobre su cuerpo, con sorpresa observé como Tere se tendía también uniendo sus coños y me decía «Vamos, méanos» aunque estaba un poco confundido así lo hice, empecé por las tetazas de Teresa y fui bajando hasta sus almejas para luego regar los pechos de Marga que, inclinando la cabeza se bebió las últimas gotas, después Teresa orinó en la boca de Marga y finalmente mi prima dio de beber a mi mujer.
Exhaustos cenamos ligeramente y después explicamos a mi esposa lo ocurrido cuando ella no estaba, a lo que su única respuesta fue preguntar cuando podría participar, así que llamamos a Elisa y Julio quedando para el sábado cenar todos juntos.
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