Mi nombre es Elizabeth, pero mis conocidos me llaman Eli. Normalmente, no me gusta hablar del acuerdo al que mi esposo y yo llegamos. Pero debido a que un conocido nuestro, tuvo conocimiento de nuestro acuerdo por una indiscreción mía, nos convenció de que lo narráramos, con el fin de que sí alguna persona se encuentra en una situación similar, le pueda servir de algo.
Mi esposo se llama José y proviene de una familia muy conservadora en todos los aspectos. Por mi parte, provengo de otra familia tan o más conservadora que la de José, pero con la diferencia de que estudié en un internado suizo para señoritas. Posteriormente mis años de universidad, los viví «sola» en ciudades como París, Roma, New York, San Juan, y desde luego Madrid.
José tiene viviendo conmigo, como cinco años. Nos casamos oficialmente hace tres, con velo y corona, como a criterio de mi esposo y de nuestras familias debía ser. De haber sido por mí, hubiéramos continuado como estábamos, pero debido a la insistencia de José y de nuestras familias accedí a ello. Tras estar viviendo cinco años con él, un día me levanté cansada de hacer siempre lo mismo en la cama. Eso se lo comenté a mi terapeuta, y ella me recomendó, que procurara hablar con mi esposo sobre esa situación, y así lo hice. Debido a la conservadora educación que recibió, la respuesta de mi esposo fue negativa. La terapeuta, me orientó a que usara la imaginación o fantasía en principio, mientras yo debía de ir tratando de convencer a mi esposo.
Al principio me costó algo de trabajo, pero al cabo de unos cuantos meses. Era toda una experta, a tal grado que me acostumbré a fantasear a diario. observaba una situación, la que fuera, y partía de ella para imaginarme una historia, en la mayoría de las ocasiones, era totalmente mental, al principio. Posteriormente mientras visualizada mentalmente una situación, mis manos, discretamente me las metía de bajo de la falda y me auto satisfacía. En cierta ocasión mi esposo se dio cuenta de ello. De que yo mientras me encontraba viendo una novela. Me imaginaba que era la protagonista, y que el galán de la novela, se revolcaba conmigo en medio de mi sala, frente a la asombrada mirada de mi esposo y nuestras respectivas familias. Claro ésta que él, no podía ver las imágenes que yo tenía en mi mente, pero si vio con lujo de detalles como yo me encontraba, sentada en el sofá, con las piernas abiertas y sin bragas, acariciando por dentro mi concha. En otra oportunidad, nos encontrabamos en una cena de negocios, en la casa de su socio, cuando mi atención se fijó en un lienzo que representaba, una escena campestre, de unas dos parejas, como en un día de campo, en el cual las mujeres posaban desnudas. Mi imaginación, me llevó a ser la tercera mujer sin ropa, a la cual, mientras las chicas me acariciaban, los tipos me follaban. Una de mis manos la tenía en mis senos, mientras con la otra me deleitaba, dándome entre mis piernas. José me cortó la inspiración de ese tan grato momento. Al llegar a casa me comenzó hacer preguntas, las cuales yo le fui respondiendo según consideré conveniente.
Para quitarme esa fea e insana afición (según él dijo, en ese momento), José me propuso un acuerdo, el cual consistía en que iba a realizar cualquier cosa que yo le pidiese en el ámbito sexual, con la condición de que no volviese a tener fantasías y a practicar esa indecorosa conducta nuevamente. Al principio yo solo me limité a pedirle que me acariciara los senos, y mis muslos, cosa que para ser tan sencilla a José le costaba algo de trabajo. Al cabo de una semanas ya se había hecho un experto, y su imaginación fue aportando nuevas formas de acariciarme, pero no de satisfacerme del todo. Por ejemplo, en una oportunidad me acostó en la cama, boca abajo. Me encontraba desnuda sin nada de ropa, mientras que él vestido con chaqueta y corbata. Pasaba las yemas de sus dedos, por todo mi cuerpo. Una vez que terminó, me fue echando finas líneas de miel por casi todo la parte posterior de mi cuerpo, tras lo cual con su lengua me fue quitando la miel, pero ni por equivocación pasó su lengua por mi coño o mi culo. En esa ocasión me quedé dormida, de lo bien que me sentía.
Posteriormente yo le pedí que me besara mi concha, José al principio puso algo de reparos, pero al final lo convencí de ello, pero solo me la besó por fuera. En otra ocasión le solicité que me dejará besarle su pene, y a pesar de lo avergonzado que se encontraba me lo permitió. Y así, de esa manera sucesivamente fui ganando terreno. Nuestras relaciones, hasta ese entonces fueron de los más normalonas, yo me acostaba boca arriba y el se colocaba sobre mí, me lo introducía, yo medio me movía y él se corría, y punto. Luego que llegamos al acuerdo, las cosas fueron cambiando, debido a mis solicitudes. Me recuerdo cuando le pedí que me lo metiera en mi coño pero por detrás, su cara de asombro, era de lo más graciosa, pero al fin lo hicimos de una forma distinta. De pasó, yo siempre buscó literatura relacionada con lo sexual, ya sea para orientarme, o para copiar alguna posición.
Poco a poco fui llevando a José por un mundo nuevo, de nuevas experiencias sexuales. Hasta que al fin logré, que me mamara la raja, y me diera por el culo como a una perra. Al año del acuerdo, ya no necesitaba solicitarle las cosas que yo quería que me hiciese. Pero como todo lo bueno dura poco, comencé por aburrirme. Aunque José en algunas ocasiones me sorprendía, como la vez que me trajo un falo de goma de color negro, y me lo empujó por mi coño, mientras me daba por el culo. Después le dio por traer películas a casa, al principio eran de parejas de hombre y mujer, pero luego trajo películas de mujeres con mujeres, mujeres con animales, y hasta de hombres con hombres, las cuales me llamaban mucho la atención.
Pero un día trajo, una película de dos mujeres y un hombre, y yo le pedí que se buscara a una golfa, para que compartiera la cama con nosotros. Yo lo dije en broma, y el se cabreó conmigo, me dijo de todo, hasta que me molesté, y le recordé el acuerdo. José podrá haber sido un poco quedado y pusilánime, en las cosas del sexo. Pero cuando da su palabra la cumple a cabalidad, por lo que esa misma noche, se montó en su coche, y regresó con una tipa. Ella era algo mucho más joven que yo, y se hacía llamar «La Niña» debido a su porte casi infantil. Al principio los tres nos encontrábamos algo cortados, por lo que decidí servir una ronda de brandy, y poner la película, no habían pasado ni quince minutos, cuando ya los tres nos comenzamos a quitar la ropa, mientras mirábamos la película, en la cual una rubia acudía con su marido que era un negro, a una consulta con una terapeuta sexual, que era una joven asiática. Mientras eran observados por la asiática, con bata de doctora, la pareja mantenía un encuentro sexual, al cual se sumaba la doctora posteriormente. No sin antes haberse metido la mano bajo la bata, y haberse puesto a jugar con su coño. Serví otra ronda de brandy, y dije yo soy la doctora, y ustedes la pareja, así que a follar. Debido a la forma de ser de José, su verga no se encontraba en condiciones de ser usada, por lo que Niña posó su boca en la verga de él. En cosa de segundos, se armó José, es verdad que no era como la del negro, pero ahí se encontraba, que es lo importante. Por un buen rato la Niña y José se magrearon, mientras que yo los observaba atenta, y mis dedos comenzaron a jugar con los bellos de mi coño, y a cada momento avanzaban más y más adentro de mí. Ya mi raja se encontraba toda húmeda por dentro, en eso vi como la cabeza del señor Joselito, (así le decimos de cariño a la verga de José) se iba introduciendo en el coño de Niña, y como ella lo disfrutaba, y lo demostraba moviendo sus caderas con fuerza. Yo que me encontraba bien excitada, me sumé a la pareja, colocando mi coño en la boca de Niña y mi culo en la de José. Luego comenzamos a cambiar de posiciones. En una mi raja y la de Niña se encontraban pegadas, una contra la otra, nuestras piernas abiertas se encajaban entre sí. Al tiempo que José, me hacía que se lo mamase, y luego para sorpresa mía me puso su hueco a la altura de mi boca para que con mi lengua se lo acariciara. Llegó el momento en que perdí la cuenta de los orgasmos que yo había alcanzado, solo se que al final cuando José se corría sobre Niña, yo le pasaba mi lengua por su coño.
Niña nos siguió visitando de cuando en cuando, y en una oportunidad se presentó acompañada, de una amiga, desde luego que José y yo disfrutábamos de esos encuentros. En esa ocasión fuimos tres mujeres contra él, a un mismo tiempo, a Niña la tenía por el culo, a la otra con su boca en su concha, y a mí me hacia vibrar con su mano dentro de mi coño. Nuestras orgías privadas, por lo general eran los fines de semana. En cierta ocasión, por ser mi cumpleaños, José trajo una película de una mujer que supuestamente era violada por cinco hombres a la vez. Un hombre por cada hueco disponible, y los dos restantes, con sus manos. José al ver mi rostro, de inmediato dijo que no. Que cabrón no era. Ese día llegó Niña sola, y al enterarse de que yo cumplía años, preguntó si podía traer a una amiga, como un regalo de cumpleaños muy especial. José aceptó de inmediato, y yo algo desilusionada por la actitud de él, acepté a regaña dientes. Niña salió y regresó al rato con Fabiola, una mulata de casi un metro ochenta de alto. Delgada, con una sedosa cabellera rubia, usando una mini falda, que nada más de respirar, dejaba ver la tersa piel de sus nalgas, sus senos eran grandes, pero firmes, los cuales apenas se ocultaban detrás de la blusa transparente que usaba, sus ojos eran de color miel y su voz más aguda que la de Niña o la mía. José al verla quedó extasiado. Pero Niña, le recordó que Fabiola era su regalo de cumpleaños para mí. Como de costumbre, se sirvieron bebidas, me cantaron el feliz cumpleaños, partimos el pastel y me entregaron los regalos. José me había comprado un set del cual yo me había enamorado, en cuero, el cual me prové de inmediato, quedándome monísimo. Por su parte Niña tomó la mano de Fabiola y la colocó entre las mías diciendo, que conste que es por tu cumpleaños que te presentó a Fabiola. Al decir eso me guiñó un ojo y pegó sus nalgas a José, para luego continuar diciendo, comiencen ustedes que luego José y yo las alcanzamos. Yo coloqué la mano de Fabiola sobre mi hombro y me encaminé a mi dormitorio. Tenía la sensación de que lo ibamos a pasar de lo mejor. La Fabiola y yo nos entregamos a un largo beso sobre la cama, mientras las dos nos quitábamos parte de nuestra ropa, nos acariciábamos mutuamente, cuando ella dirigió los prominentes labios de su boca a mi coño, el cual ese día mi marido me lo había depilado por ser mi cumpleaños. Su lengua penetró hasta mi clítoris y lo chupó con gran maestría por un largo rato, yo estaba que no aguantaba más. Me encontraba a punto de desmallarme, de lo feliz que me encontraba, tomé su cara y con mis labios busqué la boca de mi regalo de cumpleaños, luego me dediqué a besar y a chupar sus bien formados senos, sentí que Fabiola se quitaba el resto de su ropa. Cuando de momento. Sorpresa!! Sentí que una gran verga descomunal entraba por mi vagina, yo con cara de asombro me le quedé viendo a los ojos a «Fabiola» ella se sonrió, mostrándome su blanca dentadura. En ese momento, un sin fin de sentimientos se volcaron sobre mi cabeza. Primero lo disfrutaba, pero me atormentaba lo que haría José cuando entrase por la puerta, y viera que «Fabiola» me viola… Y después de lo que él había dicho. Mi corazón casi se paraliza cuando la puerta se abrió. Primero entró Niña, con una cámara de video en mano, completamente sin ropas. Su mirada era sin expresión alguna, yo iba a decir algo cuando un dedo de «Fabiola» se posó en mis labios, y detrás de su boca. José entró a la habitación, desde mi posición apenas y podía verlo, sabía que se encontraba desnudo. Colocó sus manos sobre las nalgas de «Fabiola», y la o lo penetró de golpe. Para mi era impresionante ver que me estuvieran dando por el coño un quien sabe que cosa, y que mi marido se la o se lo clavara a su vez por el culo a esa persona. Al ver el rostro de satisfacción de José comprendí, que ese arrebató que le dio cuando mirábamos la película solo fue una farsa, muy bien montada, al rato los cuatro cambiamos de posición en varias oportunidades. Hasta que ellos descargaron su ración de leche sobre nosotras, luego nos fuimos a la sala a ver el video, que me habían tomado. Mi cara era una mezcla de pánico, terror, confusión y alegría. Luego me explicaron que la «Fabiola» era un famoso transverti, amigo de Niña, a la cual mi esposo le pidió que buscara para gastarme una broma.
El detalle es que José, al terminar con nosotras, tomó la mano de Fabio y se lo llevó al cuarto. Momentos después Niña yo entramos con cámara en mano. Sorpresa, Fabio le daba por el culo a mi José. Por su expresión claramente se veía que le gustaba, al principio me quedé paralizada. La voz de mi marido me sacó de mi estupor, me decía, Eli colócate de bajo de mí para disfrutarlo entre los dos. Temporalmente los dos se separaron, fue impresionante el ver como la kilométrica verga de Fabio, salía del culo de José. Mientras tanto Niña grababa todo con la camara de video. Yo me acosté boca arriba, después de que José me lamió el coño, me empaló, para luego sentir y ver como Fabio lo empalaba a él. Era como la escena de la vieja película francesa Enmanuel… Desde esa fecha, no hemos vuelto a ver a Fabio. Pero en siertas ocasiones, uso una verga de plástico, y le doy a José por donde yo se que le gusta…
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