Hola, soy Paulina y nuevamente quisiera compartir parte de mi historia y mis experiencias como travesti. Creo que la forma en cómo me inicie debe ser muy parecida a muchos otros casos que hay, así que no profundizaré mucho. Ya saben, me inicié con un primo, él me penetraba y se movía dentro de mí hasta que eyaculaba. Lo hicimos más o menos durante un año, cada vez que había oportunidad. Lo relevante de esto, es que a esa edad pues no usábamos condones y siempre me dejaba su semen. Desde ese tiempo empecé a disfrutar de esa sensación de humedad que queda después de la eyaculación y eso tan especial que me hacía sentir cuando apretaba mi pancita con sus manos al momento de que eyaculaba, eso que ahora entiendo era placer.
Después de ese tiempo, mi deseo por los hombres se mantuvo latente hasta la universidad. En una ocasión, alguien organizó una fiesta donde conocía a pocas personas y llegó un momento en que estaba solo, mirando a los demás. Se me acercó un tipo, como de unos 40 años, debo decir que atractivo y sugería un buen cuerpo debajo de su ropa. Después de una plática corta, fue muy directo:
– Me gustan los chavos como tú para tener sexo. ¿ te gustaría intentarlo ? ¿ has tenido deseos de que te penetre otro hombre ?
Me quedé helado, no supe que contestar. En eso me dio un papel con su número de teléfono y me dijo:
– Piénsalo. Si te animas, llámame. Verás que te va a gustar.
Le dí vueltas al asunto algunos días dentro de mi cabeza. Recordaba el semen de mi primo escurriendo por mis nalgas y como disfrutaba de esa sensación de humedad. Recordé sus manos apretando mi panza y el placer que me causaba y me decidí a hacerlo, quería volver a sentir esas cosas que realmente me habían gustado mucho.
– Hola, ¿ cómo estas ? pues llamé solo para decirte que si quiero experimentar contigo.
– Perfecto !! ¿ qué te parece si nos vemos en mi departamento por la tarde ?
– Si, de acuerdo, nos vemos ahi.
Llegue a su departamento con mucha ansiedad, me invitó a pasar. En la sala había unos sillones bastante amplios y cómodos.
– Bueno entonces ya sabes cómo es ¿ verdad ? A mí solo me gusta penetrar y no vuelta ni nada de eso. ¿ De acuerdo ?
– Si, de acuerdo, así me gusta.
– ¿ Quieres que empecemos ya ?
Sin esperar respuesta, me sentó en el sillón y me acariciaba los hombros. Se inclino para tomar una de mis manos y la puso justo sobre su pene por encima del pantalón y empecé a frotarlo. Podía sentir como empezaba a despertar conforme lo acariciaba. Se quitó el pantalón justo frente a mí. Me ofreció un pene completamente depilado, ya comenzaba a erectarse y asomaba la mitad de la cabeza por la piel que lo recubre. Aunque no estaba erecto todavía, sus venas ya se saltaban. Lo primero que hice fue tomarlo con mi mano y empuje hacia atrás para descubrir toda la cabeza, estaba húmeda. Empecé a jugar un poco, jale hacia el frente para cubrir la cabeza otra vez con la piel y luego otra vez hacia atrás y así varias veces.
– Usa la boca !!!
Lo pensé un instante y cuando tenía la cabeza descubierta lo metí en mi boca y pude sentir como al contacto con mi lengua endurecía mas. Sentí su tibieza y su sabor agradable y lo empecé a mamar como había visto que lo hacen en las películas porno, al menos creo que lo estaba haciendo así. Lo más maravilloso era sentir como se ponía más duro en cada mamada que le daba. Lo hice hasta que lo tuvo completamente erecto. Me detuve para descansar un poco mi boca y admirar su pene. Ya tenía las venas saltadas, la cabeza completamente descubierta, húmeda y brillosa. Vi sus testículos colgando y también tuve ganas de chuparlos y así lo hice. Me separó un poco y ahora él se sentó en el sillón.
– Continua haciéndolo !!
Me pegué a sus testículos otra vez mientras lo escuchaba gemir. Volví a chupar su pene y lo metía en mi boca hasta donde podía. Lo tenía ya tan erecto que no me cabía todo.
– Sigue !! me lo pones durísimo !!
Cerré mis ojos y continúe disfrutando de su erección. Alternaba entre su pene y sus testículos. No sé cuanto tiempo paso hasta que me detuvo y me dijo:
– Quiero penetrarte !!!
Entonces me levanté y ahora yo me quite la ropa. Me hinqué frente al sillón y apoye mis brazos en el asiento, dándole la espalda a él y ofreciéndole las nalgas. Él se hincó justo detrás de mí. Acariciaba mis nalgas al mismo tiempo, las separaba con sus manos.
– Te voy a poner un lubricante para que entre más fácil.
– bbbbrrrrr !!! esta frio !!! jajaja !!!
Dejó caer el chorro del lubricante en medio de mis nalgas y con sus manos lo embarro en mi ano, siguió acariciando y separando mis nalgas.
El momento mágico llego justo cuando sentí la punta de su pene tocar mi ano. El separaba mis nalgas con sus pulgares al mismo tiempo que comenzó a empujar despacito pero firme, se detenía un poco y volvía a empujar, hasta que, en un empujón mas fuerte, sentí como entró la cabeza y entre miedo y emoción le grite:
– Con cuidado !!!
– Calma, no te preocupes, no voy a lastimarte. Quiero que lo disfrutes !!
Sentía como entraba despacio, retrocedía pero sin sacar la cabeza y volvía a entrar con más fuerza. Así lo hizo varias veces hasta que finalmente todo su pene entró en mi y aumento el ritmo y lo hacía cada vez más rápido, justo como lo dijo: sin lastimarme y realmente lo estaba gozando.
Escuchaba su respiración cada vez más agitada en mi nuca, me gustaba sentirlo entrar, me gustaba que pegara su cuerpo al mío, me gustaba escucharlo decir:
– Me excitas mucho !!! me la mamaste riquísimo !!! me encantan tus nalgas apretaditas !!!
Ante todo ese frenesí, la única idea que pasaba por mi mente era:
¡¡ Qué hermoso es tener a un hombre !!
– ¿ ya has recibido lechita de hombre alguna vez ?
– Noooo, nunca !!
– Pues esta va a ser tu primera vez porque no voy a salirme y te voy a echar toda la leche que traigo !!!!
Justo después de decir eso, solo lo escuche gemir:
– AAAAAAHHHHHH !!!!
Estuvo dentro de mi hasta la última gota de semen. Al terminar sacudió su pene en mis nalgas, mientras mi ano escurría. Otra vez sentí esa maravillosa sensación de humedad. Otra vez sentí ese placer de haberlo recibido. Otra vez … Aunque realmente fue maravilloso y lo disfruté de verdad, algo faltó al final, no sé exactamente qué, pero algo para concluir el acto que acabábamos de hacer.
Cuando volví a casa, solo en mi recamara, pensaba en lo que había pasado, las imágenes de su cuerpo desnudo, de su pene erecto, sus gemidos, daban vueltas en mi cabeza y, aunque lo había disfrutado mucho me sentía mal. ¿ cómo pudo pasar ?, ¿ cómo pude caer en eso ?. Definitivamente no debería volver a ocurrir. Hice pedazos el papel donde estaba su teléfono escrito y le arroje a la basura. ! Se acabó ¡
Después de una semana, sonó mi teléfono:
– Hola, ¿ cómo estás ?, no he podido dejar de pensar en tí. Fue maravilloso, por favor, ven a mi departamento este sábado, quiero que volvamos a hacerlo…
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