Hasta el día en que este relato cayó en mis manos, nunca creí que me pudiera excitar tanto con la lectura erótica, ni tan siquiera yo misma me había planteado leer algún libro sobre el tema y por supuesto siempre consideré que mí vida sexual la tenía resuelta con las típicas noches de sábados y alguna que otra noche esporádica y sin la ayuda de la lectura.
Pero rebuscando entre unos papeles de mí marido una mañana, encontré el relato en cuestión, al principio no le dí mucha importancia y lo llevé para el salón para leerlo más tarde, pero tengo que reconocer que pasé parte del día pensando como sería un relato erótico e imaginando cosas. Llegada ya la noche y estando los dos le pregunté de que iba aquel libro, me contestó que era un simple relato erótico y que se lo habían dejado, creo que se ruborizó un poco, con lo que mí curiosidad aumentó por leerlo.
Recuerdo que ese día hacía mucho calor, así que la casualidad hizo que yo sólo estuviera con un camisón de seda y unas bragas nada más, me tumbé en el sofá cómodamente y empecé la lectura, sin tener idea de lo que iba acontecer más adelante. Él estaba sentado al fondo del salón, enfrente de mí, corrigiendo algo sobre una mesa, casi sin prestarme en aquellos momentos mucha atención.
Al principio me pareció algo aburrido, tengo que reconocerlo, pero a medida que me fui introduciendo en la lectura, no sé, algo extraño fue sucediendo en mí. Instintivamente mientras leía puse la mano sobre mí sexo encima de mis bragas e iba acariciándome poco a poco casi sin darme cuenta, muy lentamente con movimientos en círculos y notando una excitación extraña sobre mí cuerpo, nunca había hecho lo de tocarme, incluso hasta ese día me parecía que no tendría mucho sentido teniendo marido, el caso que yo seguía con el relato sobre mí mano y con la otra seguía rozando con los dedos sobre mis bragas, cada vez mas insistentemente. Estaba tan absorta y caliente, que ya incluso me había olvidado que mí marido estaba allí
El relato era ahora de lo más excitante, según iba pasando las hojas más cachonda me estaba poniendo, observé a mí marido de nuevo, él seguía con su trabajo sentado enfrente, como si yo no existiera, por instinto doblé las piernas para que no me viera, era como si me avergonzara de lo que estaba haciendo, pero yo seguía con tal excitación que mis dedos ahora casi perforaban mí braga que la tenía completamente empapada.
En el salón había un silencio sepulcral, sólo el roce de los dedos con la braga y un pequeño jadeo mío era lo que resonaba en el ambiente, por lo que trataba de contener la respiración, pues no quería que me viera así de cachonda. Sin darme cuenta ya tenía la mano por el interior de mis bragas y jugaba con mí vello, entresortijándolos como si fuese el pelo de otra persona, iba poco a poco jugando con parte de mí sexo y calentándome a cada rato mucho más, sólo el ruido que hizo mí marido en ese momento, hizo que yo dejase de leer y retirara el relato hacia un lado instintivamente, me había visto y me sentí como una niña cogida haciendo algo malo.
Me estaba mirando como absorto, me puse muy nerviosa y por un momento creí que me iba a decir algo grosero. Pero no, se levantó muy sigilosamente y se marchó a cerrar la habitación de los niños. Lejos de sentarse conmigo a su vuelta como yo esperaba y decirme algo, se quedó de nuevo sentado sobre su mesa de trabajo observándome. Me di cuenta enseguida de que seguramente estuvo mirando todo el tiempo, pero creo que se había puesto de lo más cachondo a la vez que sorprendido. Tengo que reconocer que la situación era de lo mas alocada que recuerdo, él me habia visto y no dijo nada, tal vez quería saber hasta donde podría llegar yo.
Así que seguí con el relato ahora sabiendo que mí marido me estaba mirando, eso hizo que el morbo aumentara mucho más en mí, las mano se introducía directamente entre mi braga y mí sexo, me estaba poniendo tan caliente y cachonda como jamás lo había estado. El relato casi me pedía que siguiera así, mis dedos iban tocando los labios de mí sexo una y otra vez. Empecé a notar toda la humedad que tenía ya, mí dedo frotaba el clítoris repetidamente al mismo tiempo que leía el relato.
Una y otra vez sin parar el dedo se movía por mi sexo, era tan excitante, que en un momento dado introduje un poco el dedo dentro y empecé a sentir tanto placer en esos instantes que dejé un momento el relato a un lado y miré a mí marido, noté en sus ojos que estaba alucinado y al mismo tiempo excitado, no daba crédito a lo que estaba sucediendo, pero me dejaba seguir, introduje más el dedo en el interior de mí vagina y supe que me iba a llegar un orgasmo, era la primera vez en mí vida que lo iba a tener así, entre los pocos que había tenido. Tengo que reconocer que somos muy típicos, cuando hacemos el amor, si tengo suerte de tener uno antes que él, pues muy bien, si no ya entendéis, el se corre y se acabó prácticamente todo. El caso que noté que me iba a llegar un orgasmo y por primera vez masturbándome yo misma, controlando la situación, lo manejé yo, miré para mí marido y así sentada sobre el sofá y observando su expresión de asombro al mismo tiempo, introduje una y otra vez mí dedo dentro repetidamente hasta el fondo de mí vagina y lo conseguí.
Quedé un buen rato así, esperando que él me dijera algo, pero ante mí asombro, mí marido se había excitado tanto viéndome que él mismo ahora se empezaba a tocar también, eso me gustó de tal forma y me hizo ganar tanta confianza al mismo tiempo que volví a excitarme de nuevo rápidamente. Aún no había leído prácticamente la tercera parte del relato, así que decidí seguir leyendo mientras él me contemplaba.
Reconozco que había entrado en aquel salón un clímax extraño de morbo cómplice. Él allí tocándose sin acercarse a mí y yo sobre el sofá excitadisima y haciendo lo mismo. Cada uno haciendo algo que jamás pensé que podría ocurrirnos.
Volví a coger el relato y proseguí la lectura, era superexcitante todo, mi mano volvió a posarse sobre mi sexo todo húmedo mientras seguía leyendo, mis pezones se estaban poniendo duros como no los había notado en mi vida, se notaban a la vista entre mí camisón de seda, tenía ganas de que él pusiera su lengua sobre ellos, que me los manoseara y besara, pero él seguía allí, tocándose y disfrutando de aquel momento de visión que tenía delante, me sentía como una zorra en esos momentos delante de él, de verdad, nunca creí que pudiera llegar a hacer aquello. Pero todo lo que leía en el relato, me sentía yo misma identificada en esos momentos.
Mis manos seguían recorriendo mí sexo una y otra vez mientras leía otra parte del relato, hice algo que nunca, (bueno ese día hice creo que de todo), creí que llegaría hacer, me excitó tanto la situación que yo misma me introduje en el relato y mi mano fue bajando hacia mí culo, era increíble, despacio con un dedo fui tocando el ano, mientras con la palma de la misma mano rozaba el coño. Hacia movimientos de arriba hacia abajo, mis nalgas se levantaban y volvían bajar como tratándome de penetrar yo misma, apretaba mis muslos sobre la misma mano y con un dedo tocaba mi ano, muy despacio jugando con él, no daba crédito a lo que estaba haciendo, pero os puedo asegurar que estaba excitadisima, nunca había tocado esa parte y ahora estaba allí sola, con mi marido enfrente masturbándose como loco viéndome en esa situación, que aún no se como aguantaba para no venir junto a mí. No sabía si llegaría a meterme el dedo dentro del culo, era sensacional todo aquello, con la palma de la mano llegaba a tocarme el clítoris y con los dedos llegaba entre mis nalgas y al mismo tiempo con el relato en la otra mano, era increíble.
Me sentía poseída, mí lengua paseaba por mis labios una y otra vez al mismo tiempo que me los mordisqueaba. Entonces volvió a suceder, tuve que tirar el relato un momento porque noté que me llegaba otro orgasmo, el segundo. era la primera vez que iba a tener más de uno, no quise desaprovecharlo, grité con fuerza repetidamente, casi rompía la braga, que ni me la había quitado de tan caliente que estaba y con tanto movimiento entre ella y la mano dentro se rompía. Fue sensacional, quedé tirada de nuevo por un momento sobre el sofá jadeando y mirando para mí marido que seguía como loco con su polla en la mano masturbándose como un loco, no sé ni como aguantaba tanto él.
¿Que podía hacer? ¿Seguía leyendo el relato?, Él ni me decía nada, sólo con su mirada de placer lo decía todo, hasta su polla ahora me parecía más grande de lo normal, era como un desconocido para mí y yo me sentía como si fuera alguien diferente para él, otra mujer. Yo seguía excitadisima aún, no podía comprender que me estaba pasando, por fin me encontraba a mi misma, sabía de los multiorgasmos, pero nunca creí que podía llegarme a pasar esto.
Me quité la braga desesperadamente, sentía que necesitaba más y volví a coger el relato, me estaba volviendo loca por seguir leyéndolo, la situación bien lo merecía y tengo que reconocer que seguía super-excitadisima,
Mi mano ya se posó sin más sobre mi sexo de nuevo, era como un ritual ahora, mientras seguía con la lectura, que por cierto cada vez era más y más excitante y perversa y ahora ya con todo el descaro del mundo y con mi marido más salido que nunca, el se quitó la ropa y se tumbó justo enfrente de mí, desnudo completamente en otro sofá. Me sentía tan zorra y libre en esos momentos, que intenté emular lo que estaba leyendo, mí dedo pulgar se fue introduciendo en el interior de mi coño y mientras me iba penetrando poco a poco hacia dentro y en dirección de mi ano, conseguí al mismo tiempo con otro dedo de la misma mano, que estaba todo húmedo de mi coño, entrara perfectamente por mi ano, haciendo una especie de tenaza con la mano. Así como si fuera penetrada por dos, seguía tocándome, no sé ni como daba leído, pero el relato era lo que me estaba volviendo loca de placer, era como si yo misma estuviera en él. Buscaba algo dentro de mí, como si supiera que allí, justo allí, donde mi dedo gordo empujaba encontraría algo, una y otra vez lo hacía, todo con cierta suavidad para poder seguir con la lectura y al mismo tiempo con mí placer sorprendentemente inacabable. Quería descubrir ahora cada rincón del cuerpo, seguía manoseando el coño y trasero despacio, acompañada de la lectura y sabiendo que él seguía observándome y casi haciendo los mismos gestos que yo, hasta observé un momento que él había puesto una de sus manos sobre su ano mientras al mismo tiempo se masturbaba.
Y volví a encontrar el placer, con un dedo metido en mi ano y otro en el coño a la vez, casi se tocaban, sentía su roce entre ellos, el uno con el otro, volvió la locura, fue tan rápido que casi rompo el relato del apretón que le di. Me estaba llegando otro orgasmo bestial, grité y empujé con fuerza mis dedos uno sobre el otro, para que casi se juntaran dentro de mí, el del ano buscaba al de mi coño y allí los dos juntos me dieron el placer tan deseado en ese momento como en el relato, el de ser poseída por los dos lados a la vez.
No me lo podía creer, todo aquello por un relato erótico y aún no había acabado, me sentía completamente libre disfrutando de algo nuevo para mí, de mí cuerpo, mí marido mientras seguía allí, más excitado que nunca, no entiendo aún como podía estar sin abalanzarse sobre mí. Por un momento quise ser penetrada por aquella polla tan grande que se le había puesto, pero al mismo tiempo todo aquello que estaba pasando en aquel salón, lo encontraba tan morboso y excitante que prefería casi verlo a él correrse enfrente de mí, que disfrutara de la zorra que tenia delante en esos momentos, viéndome por primera vez como otra mujer.
Mis pechos creo que iban a reventar, jamas creí que se pudieran poner así, los pezones estaban duros, me daban ganas de besarlos yo misma, poder llegar a ellos con mí boca y pasarle mis labios sobre ellos, era alucinante el comportamiento que estaba teniendo, no me conocía ni yo misma. Seguía excitadisima, era como si mí cuerpo hubiera explotado de placer.
Recogí el relato del suelo, de los nervios casi ni encontraba la pagina en que iba, seguí con la lectura, mientras él no paraba de tocarse, su glande estaba al rojo vivo, sus huevos parecían que iban a reventar, sabía que no podría aguantar mucho más y eso me excitaba a mí también, verlo ahí delante, descaradamente haciendo algo que nunca le había visto hacer. Eramos como dos desconocidos llenos de placer y morbo.
Volví mí mano de nuevo para mí sexo, quería llenarlo de nuevo con mis dedos, mí clítoris estaba fuera completamente, lo notaba, jugaba con él y me producía una excitación fuera de lo común, era todo placer y sexo, no había palabras de cariño, en realidad no había ninguna, solo sexo. Seguía jugando al mismo tiempo con mí lengua, mordisqueaba mis labios y miraba de vez en cuando a mí marido, le volvía loco cada vez que se lo hacía. No daba hecho, con el relato en la mano, leía como podía, mí mano se fue hacia unos de mis pechos, empecé a jugar con ellos una y otra vez mientras seguía leyendo. Volví a tocar mí sexo una y otra vez sucesivamente, sin parar ni un momento, mis piernas se apoyaban sobre una mesita que tenía enfrente, estaba completamente abierta, introduje de nuevo uno de mis dedos dentro, empujando suavemente sobre mí y en dirección al ombligo, una y otra vez, jugaba con esa parte, metía y empujaba instintivamente e interiormente hacia mí, no entraba mucho, como cinco centímetros, pero era algo raro lo que estaba encontrando y nuevo, seguí así sin parar, cada vez más insistentemente
«Dios mío que placer», solo pude decir eso, el relato me calló de las manos, no pude ni sostenerlo, había encontrado algo ahí que mis manos empezaron a temblar, con la otra mano me fui hacia mí pecho y lo cogí como cuando daba de mamar a mis hijos, empecé apretar y empujar sobre el pezón, mientras la otra mano seguía descubriendo el placer, miré para mí marido, él sabia que me estaba ocurriendo algo diferente, pues se puso loco de excitación y a menearse su polla como nunca lo habia visto al verme así, apreté con fuerza mi pezón una y otra vez, mis dedos habían encontrado algo en mí interior que me estaba volviendo loca y sucedió. Algo había allí que encontré todo el placer del mundo, mí marido se empezó a correr como un loco observándome, mientras mí mano sobre el pezón apretaba tanto que creí que me saldría también una corrida por el mismo. Al mismo tiempo que dentro de mí surgió tal explosión que no sabía que pasaba exactamente, no sé como describir aquello, gritaba y jadeaba, mis piernas se encogían y estiraban, mi dedo seguía tocándome, no sé el tiempo que duro aquello, observaba a mí marido como me miraba en esos momentos, como su corrida salía de su polla una y otra vez a golpes de su mano, mientras mi cuerpo se convulsionaba de placer.
Quedamos tirados cada uno sobre su sofá, yo muerta completamente de placer y él por lo que veía igualmente, observé el relato tirado en el suelo, lo recogí como pude y vi que aún le faltaba un par de capítulos………….
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