Empezare diciendo que soy un hombre casado que siempre me ha gustado las mujeres y siguen siendo los seres más bonitos de la tierra, aún habiendo teniendo la experiencia que seguidamente os paso a contar.
Hace cuestión de tres meses por motivos de trabajo me trasladaron a una Ciudad del sur de la Península Ibérica donde alquilé un piso en el casco antiguo de dicha ciudad. Hace aproximadamente un mes, estaba esperando el autobús urbano que es el medio de transporte que utilizo para desplazarme a mi trabajo, y como casi siempre había cantidad de gente, cuando llegó nos fuimos introduciendo en él, de manera que al final quede colocado en la parte de atrás del todo y conforme iba haciendo paradas entraban más personas hasta que quedé casi pegado al cristal trasero del bus. Ya no cambiamos más cuando de pronto observé como un hombre se colocaba detrás de mí y al hacerlo note como resfregó su paquete por mi trasero, yo no le di importancia al principio al hecho y ni me inmute, pero a continuación se pegó a mí colocando su miembro en mi trasero. Me entró un calor por todo mi cuerpo que me dejo paralizado. El tío tenia su miembro justo en el lugar que yo tenia el orificio de mi ano y poco a poco empezó a darme algunos pequeños empujones. Aquello nunca lo había sentido antes y no sé si porque me causaba morbo y me gustaba o por vergüenza, el caso es que lo dejé hacer. Sentí como el miembro de aquel hombre le iba creciendo, de pronto sentí como su mano me agarraba por la pierna a la altura de la ingle y me pegaba hacia él sobando con su pene todo mi culo. Al cabo de un rato ya no solo no quería retirarme de aquel enorme pene, sino que yo mismo me apretaba y me movía para sentir toda su largura. De pronto note una mirada del que estaba a mi lado y dándome vergüenza baje mi mano para retirar la del hombre que me estaba dando tanto gusto, pero mi amante me agarró la mano y me la dirigió hacia atrás colocándola en su polla apretándola y moviéndola. Aquello era una locura, perdí la cabeza, ya no me importaba las miradas del que estaba al lado mío que se había dado cuenta de todo y me miraba burlonamente, agarraba aquella enorme tranca y la movía como podía, la tenia durisima. Llego el final de mi trayecto y tuve que soltarla y como si no hubiese pasado nada le dije al que estaba a mi lado que me dejara pasar hacia la puerta de salida. Me bajé y me dirigí en dirección a mi casa caminando y mirando hacia atrás recordando el momento tan agradable que había pasado, cuando de pronto vi que el que habia estado a mi lado en el autobús y mi amante se habían bajado y estaban hablando. Me asuste y anduve un poco más rápido, mire hacia atrás y vi como los dos me seguían, continué andando y conforme lo hacia empezaron a venirme a la cabeza imágenes de los momentos anteriores, me estaba calentando, y sin saber como, mis pasos se fueron haciendo más lentos. Miraba de vez en cuando hacia atrás y comprobaba que seguían detrás. Mi imaginación empezó a volar, seria maravilloso sentir como me comían los dos tíos.
Al llegar a mi portal donde tengo mi piso, ya me había decidido, lo haría con los dos. Abrí la puerta, espere a que los dos estuviesen a mi altura y les heche una mirada picaresca y descarada, entré sin dejar que la puerta se cerrara del todo y los dos me siguieron. Subimos al ascensor y los dos hombres se miraron, se sonrieron y el que me había estado sobando, hacercandose me dijo.
Te he puesto caliente, no?. Te gusta mi polla
Acercándose un poco mas me agarro por la cintura y buscó mi boca para darme un beso.
Yo lo rodeé con mis brazos por el cuello y ofreciéndole mi boca rompimos los dos en un beso apasionado de mete y saca de lenguas mientras el otro se saco su polla e hizo que se la agarrara. A todo esto el ascensor llegó al ultimo piso donde vivo pero como sé que es el único habitado de los cuatro seguí con el morreo, no perdiendo el tiempo, allí mismo en el ascensor, nos fuimos desnudando el uno al otro con rapidez hasta que quedamos completamente en cueros. De pronto llamaron al ascensor y tuvimos que salir deprisa pues la puerta se cerraba y así desnudos con nuestras ropas en las manos corrimos por el pasillo hasta llegar a mi casa.
Mis amantes se llamaban uno Juan y el de las miradas burlonas Antonio. Juan era fuerte, y muy curtido, con manos callosas, parecía un leñador, mientras que Antonio era guapo, algo más bajo pero muy masculino, tenia porte de intelectual.
Tendidos en la alfombra Antonio me besaba y mordía el cuello y deslizando su lengua llegó a uno de mis pezones donde se detuvo chupándolo y mordiéndolo, cosa que me hizo sentir como una corriente eléctrica que iba por toda la columna vertebral hasta llegar a mi ano, mientras tanto Juan acerco su polla y me la ofreció. Vi como el nabo que antes había estado sobando mi culo era perfecto, recto, con todo el capullo fuera, algo más oscuro que su piel y enorme, mucho más grande y gordo que el mío, que es de los normales, lo agarré con suavidad y lo bese, después pasé mi lengua por toda su largura y finalmente introduje aquella polla en mi boca sorprendiéndome la sensación de suavidad de la piel del pene, lo lamí y chupé con locura durante bastante rato, pudiendo conseguir meterme en la boca sólo la mitad pues como ya dije antes era enorme aquella polla.
Mi piso tenia unos balcones que daban a un pequeño patio de luz común para todos los pisos. Normalmente las cortinas estaban echadas, pero esta vez por descuido de la mujer de la limpieza no las había corrido y nosotros con el entusiasmo tampoco lo habíamos hecho, observé a Antonio que de rodillas se masturbaba mirando hacia el balcón y cual fue mi sorpresa que pude ver que en el piso de enfrente estaba una mujer estupenda de unos treinta años que observándonos a los tres, se había puesto cachonda y se estaba tocando sus pechos y coño. Aquella situación tan morbosa me puso a cien, me incorporé un poco y comencé a besar y a pajear delante de la mujer a Antonio, después me ofrecieron sus pollas los dos a la vez y yo me las comía como del mejor manjar se tratara. Me tendí denuevo en la alfombra y Antonio subió mis piernas ofreciéndosele mi culo como una fruta fresca, creí flotar cuando Antonio pasó su lengua por mi agujero y con sus manos me lo habría para que entrara más su lengua, yo me retorcía y jadeaba de placer hasta que tuve que gritar rogándoles que me follaran con sus pollas.
Juan me preguntó que si me habían follado antes, respondiéndole yo que era la primera vez que estaba con uno de mí mismo sexo, delante de la mujer que se había puesto completamente en cueros y se metía sus dedos en su coño, me puse a cuatro patas, agarré la polla de Juan y me la metí en la boca y por detrás Antonio me lubrico escupiéndome en el culo y después introdujo su polla poco a poco hasta que sentí el tope de sus huevos en la entrada de mi ano. Al principio no fue muy agradable la cosa, pero cuando lo hubo metido unas diez o quince veces mi culo se fue agrandando de manera que al cabo de un rato su polla me entraba y salía estupendamente. Con aquel nabo en mi culo y el otro en mi boca, me retorcía de gusto, aquello era una locura de placeres.
Cuando creí que mi agujero estaba ya lo bastante grande para que la polla que tenia en la boca pudiese entrar, le pedí a Juan que me follase con su polla, me coloque encima de él, me agarró por los cachetes del culo para abrir mi agujero, agarre su polla y apunte para seguidamente dejarme caer poco a poco hasta la mitad, después empece con el sube y baja entrando y saliendo su tranca de mi culo, yo jadeaba de gusto y Juan intentaba metérmela entera. Juan estaba enloquecido, entonces me la saco, me coloco a cuatro patas, me abrí con mis manos el culo y sin mas de un empujón me metió la mitad de su polla. La sensación de ver como mi culo se abría, y esta vez sin dolor fue maravillosa, yo quería su polla dentro de mí y entonces di un empujón y entro entera. Al ver Juan que yo mismo me la metía entera, esto le hizo enloquecer mas y empezó a culearme con todas sus fuerzas.
Sacaba entero su miembro para luego meterlo fuerte de un golpe hasta los huevos.
Tenia el culo totalmente taladrado, quemaba de lo caliente que estaba, hasta que de pronto seti dentro de mí su leche que me llenaba y actuaba como un bálsamo y mientras le dába los últimos culazos y yo me corrí tambien.
Después Antonio me agarró por la cabeza y me metió su polla en mi boca, me apretaba mi cabeza contra su polla y me folló literalmente hasta la garganta terminando en un río de semen en mi boca que sin pensármelo me lo tragué todo.
Nos quedamos los tres tendidos en la alfombra completamente rendidos observando como la mujer se daba sus últimos placeres.
Así fue mi primera y única experiencia homosexual, que desde luego como tenga otra oportunidad, lo probare otra vez. Por supuesto con mucha discreción.
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