LOS UNIVERSITARIOS Y SU COMIDA CON MI INGREDIENTE SECRETO

Un profesor universitario gay descubre un fetiche entre el semen y la comida. El confiesa algunos actos que ha cometido a escondidas de sus alumnos y profesores y habrá que ponerse en sus zapatos para lograr entender su morbo. Peligro: No apto para mentes débiles, ¡Nivel de perversión alto!

Hola, me presento. Trabajo en una universidad en la Licenciatura en Deporte y Cultura Física. Esto sucedió por primera vez un 11 de diciembre del 2010 y fue el comienzo de un fetiche muy grande que deseo compartir con ustedes. Como ustedes saben, se han hecho muchos estudios en los últimos años investigando las propiedades del semen y en los cuales se han descubierto gran cantidad y variedad de nutrientes buenos para nuestra salud y nuestro bienestar físico y emocional.

EL PRIMER CASO

Es normal que los alumnos que van a egresar de la licenciatura hagan prácticas profesionales antes de salir o durante la carrera en sí. En una ocasión tuve a 11 hermosos estudiantes hombres universitarios a mi cargo, exquisitos y de gran gusto verlos entrenar. Todos ellos rondaban entre los 21 y los 24 años, sólo uno tenía 25 y ya era padre de familia (lo que me encantaba aún más).

A pesar de ser mis alumnos eran como mis amigos, aunque yo más que amigos los veía como carne fresca y sabrosa la cual no podía desperdiciar y a veces salíamos juntos y platicábamos, lejos de una relación alumno-profesor, nada sexual, si no como amigos para crearles confianza.

Un día, cité a mis practicantes, los cuales ya me tenían confianza y aprecio, (soy muy querido en la universidad) para que vinieran a mi casa a revisarles sus informes de prácticas finales, no era la primera vez que les pedía que vinieran, y siempre que iban comían en mi casa, nos llevábamos muy bien. Pero esa vez habría algo de especial en su alimento, algo que esos pendejos disfrutarían sin darse cuenta de lo que se iban a alimentar.

Llegó el día y me puse a preparar la comida con mi objetivo siempre en mente: alimentar a mis queridos alumnos con mi comida y agregarles mi ingrediente especial de macho. Darles su biberón que desde hace mucho tiempo habían dejado de tomar, pero que era bueno para su bienestar físico y emocional, y para que crecieran fuertes mis condenados muchachos.

Había pensado en hacerles una botana sencilla para el partido el cual habíamos quedado de ver después de revisarles sus informes, pero creí que iban a tener mucha hambre pues ese día que terminaban sus prácticas iban a estar muy ocupados y cansados y no habrían comido bien, así que hice un poco de sopa con una receta medio extraña, no sé de qué país provenía, sólo tenía anotados los ingredientes y los pasos para hacerla.

Contenía especias e ingredientes especiales que de igual manera me serviría mejor para camuflar el esperma, unas quesadillas también les haría (esas irían sin nada de lefa) y unos flanes como postre elaborados también con mi exquisito manjar masculino. Empecé haciendo los flanes para el postre, dividí los ingredientes, puse el azúcar, el agua, el crémor tártaro y a la hora de hacer la mezcla de los ingredientes, bajé el cierre de mis vaqueros, me quité el cinturón y comencé a masturbarme encima de la crema, la leche condensada, los huevos y la vainilla.

Tardé unos minutos mientras pensaba en ese postre que comerían mis amados alumnos hasta que eyaculé directamente sobre la mezcla, ¡se veía genial!, fue una gran corrida por la excitación, noté que se me había caído un vello púbico sobre la cubierta de la mezcla así que lo quité con el dedo y después escupí con grandeza sobre la misma. (A veces cuando eyaculo guardo con una cuchara en pequeños frascos de cristal el semen y los meto dentro de un refrigerador para cualquier posible uso posterior. Otras veces suelo echarle a la comida directamente mi semen fresco y reciente).

Saqué un recipiente de cristal que tenía guardado en el refrigerador con la cantidad de 13 corridas recientes en los últimos días (como 16 cucharadas de dulce y aromático semen), abrí la tapa y olí el frasco ¡Era un olor sensacional! ¡Olía a presencia y poder de hombre! Cerré la tapa y lo dejé escondido detrás de un estante en la cocina esperando a que tuviera una temperatura normal y se derritiera un poco su consistencia para poder diluirlo más fácilmente.

Muy contento me puse a hacer la sopa, no era nada difícil esa receta, pero si un poquito laboriosa y más para 11 personas, pero adecuada con el fin de poder disimular el sabor mientras lo que los flanes terminaban de hornearse. Ya cuando el esperma en el recipiente que había guardado en el estante estaba como recién eyaculado, eché todo el frasco lentamente mientras veía mi semen caer en medio de la cazuela de la sopa (13 corridas en una cazuela enorme de sopa para 11 personas), tuve una gran erección, pero traté de comportarme y entonces comencé a mezclar, mezclar y mezclar muchísimas veces, tanto así que terminé con el brazo cansado.

Fue entonces que llegaron en grupo mis adorables y sexys alumnos, algunos muy guapos, de buenas piernas, trasero, brazos y pecho. Estaban para comérselos. Venían de asistir por último día a sus prácticas en una unidad deportiva y del gimnasio. Estaban cansados y hambrientos. Habían pasado 5 horas en ejercicio y no habían tenido la oportunidad de comer bien, además que se habían esperado a venir a mi casa para hacerlo viendo el partido. Conversé un poco y les revisé sus informes, cuando terminé ellos se quedaron a ver el fútbol en la sala dándome la plena oportunidad de terminar y pulir mi pervertido y lujurioso plan.

Tuve la sensación de que debía meterle más, aprovechando también que ya me había puesto caliente, así que me arriesgué, me llevé el recipiente y una cuchara al baño y me masturbé pensando en mis muchachos, cuando salió mi semen lo recogí con la cuchara y lo metí al frasco. Entonces regresé y no había nadie en la cocina, sólo escuchaba los gritos de mis alumnos en la sala emocionados disfrutando del partido, saqué el frasco y con la cuchara agregué el semen que había sacado hace unos momentos con tanta adrenalina, directo a la cazuela de sopa, fue una llena cucharada y media de semen fresco lo que arrojé dentro y volví a mezclar y mezclar.

Luego noté que en el frasco habían quedado como unos mililitros de semen embarrado en el fondo y a los lados del cristal. Corte en flan que ya estaba listo en 11 piezas iguales y proseguí con una cuchara y con cuidado, sin que nadie me observara (cosa que no creía posible, puesto que todos esos cabrones estaban muy entretenidos con el fútbol), para untar los restos de semen embarrado del frasco y ponerlos a cada uno de los flanes que había hecho dándoles como una especie de capa, esparciendo con mucha cautela con una cuchara (casi como cincelando una escultura) el semen por las paredes del flan y por arriba.

Me puse a hacer las quesadillas y probé una cucharada de sopa y un pequeño cuadro de flan que sobró para saber cómo me había quedado. La verdad es que me sorprendí, no sé si por la excitación o mi paladar, pero el semen estaba perfectamente camuflado, tanto de vista como de sabor, y lo mejor es que sabía rico, diferente, un poquito raro, pero muy sabroso.

Salí a la sala y les avisé a los muchachos que la comida ya estaba, unos se fueron a sentar en el comedor viendo en el televisor el fútbol mientras otros se quedaron en la sala igual viendo el partido. Tenía cervezas y refresco, los saqué y los puse para que se sirvieran. Agarré un plato para cada uno y les serví la sopa, ellos se sirvieron refresco y entonces fue cuando el primero de mis alumnos se llevó una cucharada a la boca.

¡Madre mía! ¡Tuve una sensación espléndida en mis genitales! Luego pude ver a otro probando su primera cucharada ¡Ah, que delicia!, y luego al tercero, ¡Dios! y así sucesivamente hasta que los 11 machos probaron su primera cucharada, mi pecho me palpitaba a todo lo que daba.

Les serví sus quesadillas mientras veía como todos esos malditos cabrones sexys estaban comiéndose la sopa de semen con tanto gusto. Uno de ellos mencionó “¡Caramba profe, está buena la sopa, se ve que usted sabe cocinar” !, y otro también dijo mirando su plato “Nunca había probado esta receta, no me es familiar, pero está buena”. Yo emocionado y algo nervioso, con el nivel de éxtasis en alto sólo les respondí con una sonrisa y mirándoles a los ojos: “Muchas gracias, es un placer para mí, lo hago con mucho gusto”.

Así otros comenzaron a decir “Sí prof, está muy rica” e incluso otro que me mató el alma expresó “Me encanta, creo que voy a pedir otro plato más al acabar”, mi verga estaba que explotaba. Aunque si alcancé a ver que a dos o tres que no les gustó mucho debido a la expresión de su mirada y que se le quedaron viendo al plato, quizás por el sabor un poco “raro” ni yo sé cómo puedo definirlo, pero no dijeron nada y siguieron tragándose mi semen los imbéciles.

Después siguieron viendo el partido y yo me senté en una parte del comedor comiendo quesadillas desde un ángulo que me permitía observarlos a todos perfectamente, aunque hambre casi no tenía, me senté fingiendo que veía el futbol mientras repasaba con la mirada a cada uno de mis excitantes alumnos una y otra vez mientras saboreaban y deglutían su sopa mezclada con mi esperma.

Tuve que taparme con el saco que llevaba la erección que se me estaba dando. Observaba con morbo y lujuria como bajaba la cucharada vacía a su plato, como se desaparecía de repente entre la comida, como volvía a subir llena de líquido y sopa y como regresaba entrando directamente a sus bocas escurriendo gotas por sus labios para lo cual se relamían. La gran mayoría ya se había acabado su platillo, su porción de eyaculación, dejando los platos totalmente vacíos.

Fue entonces cuando el alumno que anteriormente había dicho que pediría más lo hizo. “Profesor, me da más, por favor, si no es tanta molestia… y una quesadilla más también, por favor”. Unos voltearon fugazmente y siguieron viendo el partido, yo sumamente gustoso le serví más y lo veía de reojo mientras se lo comía todo.

Por un momento tenía que sensación de que me faltaba algo, pensé que había acabado todo, pero me acordé de los flanes, de ninguna manera iba a permitir que se me olvidara dárselos. ¡Aún había néctar testicular con cuales alimentar a esos pendejos! Cuando todos terminaron les repartí los flanes.
Nuevamente volvieron a comentar “Gracias profe, que amable”, “Es usted muy buena persona profe, por eso lo queremos”, otro interrumpió y dijo “Claro, cuente con nosotros para lo que sea, ahora y después de graduarnos” y entonces otro hizo un chiste “Si es que te logras graduar wey”, así todos rieron y estuvieron echando bromas.

Atentamente observé como comían sus flanes lentamente, no se habían percatado de mi semen en su sopa aunque estuvo casi cerca y esperaba que tampoco se dieran cuenta con los flanes, y dicho y hecho, ninguno hizo un comentario negativo, y esta vez estoy seguro que a todos les encantó puesto que hicieron muecas de delicia mientras lo comían, incluso hasta lo devoraban, verlos saboreando, me daba un paro cardiaco cada vez que se relamían los labios, como lengüeteaban su postre seminal, al igual que en la sopa, hasta relamían la cuchara como malditos perros hambrientos. Pidieron más, pero yo ya no tenía lamentablemente.

Al final del partido mi equipo metió un gol y yo y varios de mis invitamos gritamos “¡GOOOOOOL!” aunque mi grito fue más una mezcla entre la excitación que acababa de fulminar en mí y el partido en sí, siendo más fuerte el primero. Entonces mis alumnos me abrazaron y me dieron unas palmaditas de alegría. Yo había dado uno de los mayores golazos de mi vida en ese entonces, si no es el que el mayor gol: ¡Alimentar con mis eyaculaciones a 11 jóvenes hombres sexys juntos al mismo tiempo, mientras que los malditos cabrones disfrutaban de ello!

Lo que más me encantó fue ver al pobre padre de familia de 25 años comiéndose mis corridas. No sé, pero me da morbo el hecho que de darles semen camuflado a los padres de familia en sus alimentos. Al final del día, todos me dieron las gracias nuevamente y se fueron a sus casas cansados, pero muy contentos. Había sido un día maravilloso para mí. Inolvidable, hasta el más mínimo detalle quedó guardado en mi memoria.

DESPUÉS

6 años después organicé una reunión con ellos con bastante anticipación para recordar los viejos tiempos, ya que por diferentes razones no habíamos podido vernos o salir y de platicar, lamentablemente sólo pudieron venir 5, pero con eso me bastó, ya todos eran grandes, tenían esposa e hijos, sólo uno no, y en la reunión les volví a preparar mi sopa especial, aunque con menos semen, solo con 6 corridas aproximadamente (una para cada uno aproximadamente, 5 guardadas y una reciente) revueltas en su sopa como en los aquellos adorables tiempos y platicábamos de nuestras vidas mientras sus gargantas deglutían mi esperma frente a mí. ¡Una experiencia extraordinaria! ¡Otro GOLAZO! (Autogol para ellos) ¡Que nostalgia!

OTROS CASOS SIMILARES

He seguido haciendo actos similares con otros alumnos y otros hombres (amigos, conocidos, mis cuñados, primos, otros profesores, sobrinos, compañeros, etc.). Sólo se lo doy sólo a hombres, por supuesto, nunca a mujeres, sólo hombres guapos, buenotes, sexys, atractivos. Hombres que han llegado a comer en mi casa o les he llevado un poco de comida en la que he tenido la oportunidad de mezclarles mis jugos sexuales. Suman 83 hombres diferentes hasta la fecha que se han tragado mis ricas eyaculaciones. A veces se repiten los hombres a los cuales alimento con mi leche, por lo que ya perdí la cuenta en total de las veces precisas que cada hombre se ha tragado mis jugos testiculares sin darse cuenta.

A un cuñado que tengo, le he servido mi néctar testicular reciente en su comida, mientras sus hijos y su esposa comían al lado de él, sé que él lo ha disfrutado por los gestos y comentarios expresados. Incluso mi hijo se tragó mi corrida una vez, por desgracia, no era mi intención, había hecho yo un pastel cremoso de kiwi con semen y lo iba a probar yo para asegurarme de que no se notara el sabor y de ser así preparar más y llevárselos a los oficinistas de la facultad.

Pero llegó mi hijo con su esposa y ella lo vio, se lo iba a comer ella, pero dijo que mejor no por la dieta, entonces mi hijo lo agarró y se lo comió frente a mí. Dijo que le había gustado, que quizás le faltaba un poco más de azúcar y entre broma, que estaba perfecto para no dar diabetes con tanto dulce, supongo que le supo algo salado o agrío y por eso hizo tal sugerencia.

Después si modifiqué un poco mi receta y les llevé a los coordinadores y secretarios sus pastelillos con mi lefa camuflada en un día de festejo escolar. También a veces me gusta llevarles chocolate liquido o malteadas en el cuál mezclo varias de mis corridas y los he visto a varios mis amigos del trabajo y alumnos comerse y beberse mis eyaculaciones en sus líquidos o alimentos varias veces mientras lo disfrutan como perras bien portadas. Como debe de ser.

Por ejemplo, en los licuados de otros profesores de deportes que nunca deben faltar para sus entrenamientos en el gimnasio, a veces me encargan que se los prepare ya que también trabajo vendiendo productos energizantes para el ejercicio y utilizo de pretexto cuando están ocupados entrenando u otra cosa para decirles “¿Ya tomaron su malteada? Voy por una, ¿quieren que les prepare una?” a lo que ellos me dicen “Sí, porfa”, y entonces se los preparo mezclando mi delicioso, nutritivo y energizante semen para el cuidado de sus sexys músculos y metabolismo en general. Pero tampoco es diario para que no se vea extraña la situación. He untando también mi semen en sus ensaladas cremosas o a veces en tortas con la cuchara embarrando de esperma el pan, el cual se combina perfecto con la o crema.

En ocasiones por alguna razón los otros docentes, coordinadores u oficinistas generales con los cuales me llevo muy bien también están muy ocupados en sus cubículos revisando proyectos o atendiendo a personas y cuando salgo para comer me piden de favor que les encargue o les traiga algo. Comúnmente llevo un frasco diminuto de cristal conmigo y una pequeña cuchara en mi maleta, por cualquier cosa, lo que me permite entrar en acción en determinadas ocasiones.

En el trabajo siempre agrego semen fresco, nunca llevo el frasco lleno. Me voy al baño, me masturbo, y con la cuchara echo el esperma al recipiente y después voy a echarlo en alguna comida que me hayan encargado. A veces no es posible echarle todo el semen, pero si una parte. Aun así, es disfrutable y menos riesgoso de que se den cuenta. O echando desde el frasco de cristal el semen en el café de la oficina y puedo verlos cuando usan la cafetera a través de la puerta de cristal de mi cubículo. Soy testigo en primera fila de como engullen sus comidas con mi lefa después de haberles observado los huevos y las nalgas al entrenar.

Me gustaría escribir de manera detallada todas las demás anécdotas similares que he hecho, pero ya será en otra ocasión. Algunos si me llegan a comentar que la comida sabe medio extraña, no de mal gusto, “diferente”, aunque rico. Tengo mucho cuidado siempre. Mis últimos años han sido una maravilla desde que descubrí mi mayor fetiche. Afortunadamente esos cursos de gastronomía que curse cuando era adolescente y de joven me han ayudado de mucho. Jamás pensé que me servirían para tanto.

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