Increíble experiencia fetichista la que me pasó una vez que estuve por Barcelona por motivos de trabajo. Yo estoy casado y tengo un hijo, y desde hace años siempre he estado con la misma mujer y he sido fiel, pero en este viaje todo se desmadró un poco. Conocí a un chico que estaba también allí de trabajo y nos fuimos a tomar una copa, al principio todo normal, pero según iba pasando la noche el chico no paraba de hablar de sexo y de cosas relacionadas con el fetichismo, así que me empezó a entrar curiosidad y cuando tomé el último cubata ya estaba deseando probar una dominatriz de esas, una mujer que me hiciera alguna de aquellas cosas que tan cachondo me habían puesto.
Cuando salí del bar me puse inmediatamente a buscar prostitutas de lujo en mi móvil, necesitaba saciar mi sed de sexo y tenía que ser con una profesional que me diera mucha caña, tal y como me contaba el amigo durante las copas. Encontre una Scort que ofrecía servicios de masoquismo y la llamé en aquel mismo momento, me dijo que ella no iba a domicilio y que tenía que ir a su dirección, no lo dudé ni un segundo, me dirijo a aquella casa y llamo al timbre, estaba empalmado desde antes de llamarla, pero no sabía porqué justo en aquel momento se me había bajado todo, supongo que el alcohol había dejado de hacer efecto o estaba haciendo más, no se el caso que me puse muy nervioso.
En casa de la prostituta fetichista
Abrió la puerta una bella señora fetichista de unos 45 años, pero con muy buenas curvas, vestida con un corset de cuero negro y semi-desnuda, me invitó a pasar y no me salía ni la voz del cuerpo, que culo tenía tan increible y cómo podía estar tan nervioso con aquella situación. Me dijo que sus tasas eran 400 euros en efectivo y no había descuentos ni rebajas ni nada, que si no estaba de acuerdo que me largara ahora mismo, su voz era como muy imperativa, me ponía cachondo cada vez que me decía algo, estaba deseando que me diera caña y podría haber pagado hasta mil euros sin pensármelo siquiera.
Me llevó a una habitación totalmente llena de artilugio, me ordenó que me desnudara y me pusiera una especie de collar con una cadena y yo accedí sin ningún miedo, la tenía cada vez más dura, y estaba tan cachondo y deseoso que si me rozaba me correría en aquel momento…
La dominatriz empezó a tirar de la cadena que guiaba mi collar y me obligó a ponerme de rodillas, no sabía porqué pero quería hacer todo lo que ella me ordenara, me ponía cachondo y no podía dejar el juego. A continuación se sentó en una silla y abrió sus piernas, se desabrochó la ropa que cubría su coño y tiró de la cadena hacia ella, acercando fuertemente mi cabeza a su velludo coño, con sus manos agarró mi cabeza y apretó mi nariz contra su vagina durante un rato, no podía sostenerme, estaba a punto de correrme y todavía sólo había empezado aquella sesión casera de BDSM que me estaba haciendo olvidar a mi mujer y a mi hijo…me estaba volviendo un fetichista y no había vuelta atrás.
A continuación me alejó de ella con su bota, reconozco que me dolió un poco pero quería seguir… me puso tumbado en el suelo y se sentó sobre mi espalda, comenzó a refregar su coño por todo mi cuerpo agarrándome del pelo como si fuera su caballo, luego empezó a azotar mi culo con una especie de porra policial con pinchos, dolía pero me gustaba todo aquello, cada vez más… me dió la vuelta y mientras rozaba su cálido coño sobre mi verga bien dura me dijo si quería seguir sufriendo o prefería la penetración ya, que aquello había que bajarlo y que yo, inesperadamente también la había puesto muy cachonda, no pude resistir, le dije que me apetecía penetrarla de una vez, me enfundó la polla con un condón y comenzó a follarme ella a mí, subía y bajaba sobre mí a gran velocidad, como nunca antes me habían hecho, creo que no tardé ni cinco minutos en correrme, y la verdad me quedé con muchas ganas de haber seguido aquel juego tan duro hasta el final, pero no me pude aguantar.
Algún día volveré a Barcelona y terminaré la experiencia fetichista estoy seguro…
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